Lectura del libro de Isaías (6,1-2a.3-8):
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso:
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso:
la orla de su manto llenaba el templo.
Y vi serafines en pie junto a él. Y se gritaban uno a otro, diciendo: «¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!»
Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.»
Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: «Mira;
esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.»
Entonces, escuché la voz del Señor, que decía: «¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?»
Contesté: «Aquí estoy, mándame.»
Palabra de Dios
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