El pueblo comprendía la lectura del libro de la ley.
En aquellos días, Esdras, el sacerdote, trajo el libro de la
ley ante la asamblea, formada por los hombres, las mujeres y todos los que
tenían uso de razón.
Era el día primero del mes séptimo, y Esdras leyó desde el
amanecer hasta el mediodía, en la plaza que está frente a la puerta del Agua, en
presencia de los hombres las mujeres y todos los que tenían uso de razón. Todo
el pueblo estaba atento a la lectura del libro de la ley.
Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera, levantado para
esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista del pueblo, pues estaba en un
sitio más alto que todos, y cuando lo abrió, el pueblo entero se puso de pie.
Esdras bendijo entonces al Señor, el gran Dios, y todo el pueblo, levantando las
manos, respondió: "¡Amen!", e inclinándose, se postraron rostro en tierra. Los
levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicaban el sentido,
de suerte que el pueblo comprendía la lectura.
Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y
escriba, y los levitas que instruían a la gente, dijeron a todo el pueblo: "Este
es un día consagrado al Señor nuestro Dios. No estén ustedes tristes ni lloren
(porqué todos lloraban al escuchar las palabras de la ley).
Vayan a comer
espléndidamente, tomen bebidas dulces y manden algo a los que nada tienen, pues
hoy es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén tristes, porque
celebrar al Señor es nuestra fuerza.
Palabra de Dios
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