martes, 20 de noviembre de 2012
¡Conocemos el Magnificat!
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.
Su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo.
Dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre..
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